martes, noviembre 11, 2008

¿Quien me ha robado el mes de abril... en noviembre?

Sensaciones: impotencia, ira, odio, malestar, pena, miedo... buf!
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Y sí… ¿Quién me ha robado el mes de abril… en noviembre?. Estaba camino al trabajo en uno de esos días grises con el cielo limeño “color panza de burro” como diría Sabina y precisamente oyéndolo (es lo único que me ayuda a soportar levantarme de madrugada todos los putos días y venir a aguantar las histerias de la menopáusica de mi jefa cuando no tira, o sea, todos los días) y en el momento menos pensado, de la forma más rápida y discreta, ¡me robaron el lindo y sencillo mp3 que tenía!

Nada de mucho valor; esto de ser proletaria y algo misia en este mundo me permite adquirir cosas que no me cuestan muy caras (aunque es relativo de acuerdo al tamaño del bolsillo de cada uno… o debería decir de acuerdo al sueldo), por lo que si me roban, no me roban mucho… ¡pero por qué carajos me roban! (OJO: no es una pregunta, es sólo una queja. Ya me imagino todo lo que filosofarían mis amigos si esta fuera una pregunta).

Por supuesto que no es la primera vez que me roban, pero cuando recordaba los episodios estos, tocaba madera (actitud supersticiosa, supongo, heredada de mi entorno ayacuchano que debía protegerme contra nuevos robos), pero me estoy convenciendo de que los hijosdeputa ladrones no creen en supersticiones y me roban cada dos por tres.

De pronto te ves airada, con la dignidad rebajada a fuerza de una pérdida material que realmente no valía tanto y te consuelan argumentando el costo del objeto, y diciendo toda clase de absurdos para que no sientas mucho la pérdida, pero sigues con esa sensación de impotencia y rabia por dentro. Imaginas agarrar a los carajos, golpearlos en el suelo hasta que escupan sangre y… y… en fin. Luego, llega la parte que detesto escuchar: “al menos no te pasó nada grave”, “gracias a Dios que sólo te robaron”, como si debiera dar gracias a los hijosdeputa por haberme robado (solamente) y me veo caricaturizada en medio del robo gritando al ladrón que sale corriendo: Ohe choche, gracias por robarme sin golpearme). ¡arg! ¬_¬

Y la cosa no queda ahí nomás, porque tu madre te hará quedar como una idiota irresponsable: “para qué llevas ese aparato” (y me dan ganas de decirle: ¿Y para qué existe?, pero mi madre no entiende de “aparatos”)

La cosa es que tras la apariencia de serenidad que mostré, se me quedó una sensación de odio bastante claro hacia todo el gremio de los delincuentes callejeros. Me dan ganas de agarrarlos a patadas en los cojones, pero como decía, ese odio de alguien que ha sido robado es bastante delicado y creo que podría traerme serios problemas psicológicos por la constancia con que me ocurren. A ver, yo soy una mujer bastante pacífica, temerosa y por qué no decirlo, ¡cobarde! Y lo asumo, pero creo que si algún día tengo en mis manos a alguno de estos cabrones, no pararé hasta verlo sangrar.

Espero que nunca suceda, “sigo tocando madera”, espero ser más cuidadosa en el futuro, espero que no me vuelvan a repetir la cojuda frase de “al menos no te mataron”, espero que a estos cojudos les pise un camión, espero que al menos escuchen la canción que estaba tocando en el momento justo en que me robaron: “Quien me ha robado el mes de abril”… en noviembre. Snif ;_;