jueves, abril 21, 2011

Hace muchos años leí el cuento de Manuel Beingolea: "Mi corbata" y me daba curiosidad de cómo olía el amor para los demás, hasta que descubrí a qué huele el amor para mí...
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Cuando le pregunté: ¿A qué huele el amor?

Inmediatamente me dijo: ¡A chicharrones!... hm… no pude más que reír por esa respuesta y luego sin darme cuenta estaba apenada. Antes pensaba que si le hacía esa pregunta a alguien y me respondiera ¡A jabón de Windsor! Como en el cuento de Beingolea, yo me lanzaba sobre él y lo agarraba a besos…

Mi condición, ahora no me lo permite, porque tengo a mi lado al hombre de mi vida, por eso una noche, al recordar aquella pregunta a propósito de escuchar el apellido “Beingolea”, le hice esa pregunta y me respondió: ¡A chicharrones!... Luego me di cuenta de que habíamos terminado de comer chicharrones y nos disponíamos a pasarlo con un vino.

Ahora sé que para nosotros, el amor huele a chicharrones, a sopa instantánea, a filete de atún con arroz y mayonesa, a vino y por supuesto… el amor se ve como botas con punta de acero y lleno de barro…
¡Por supuesto que el amor huele a chicharrones! ^_^