La mala de la película... YO

Por favor, abstenerse de leer este post las personas sensibles y especialmente los que aman a los niños.
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Los niños… uf, ¡los niños!. Quiero empezar diciendo que “hay niños y niños”. Luego de pasar casi un mes con los “adorables” y muy insoportables hijos de una compañera de trabajo, en la misma casa, en la misma habitación, con los mismos horarios… cuando cobré el sueldo del mes, comencé a pensar si me estaban pagando por haber sido niñera o por mi trabajo.

Me he dado cuenta (muchos años atrás) que verdaderamente no tengo paciencia con los niños… soy intolerante a los niños tanto como Fidel a Bush o viceversa. Una cosa, yo no soy mala con los niños (o no lo había sido hasta ahora), los respeto como seres humanos, pero por favor, “no dejen que los niños se acerquen a mí”, menos si son como los engendros de mi compañera de trabajo. Valeria y Erick (jamás olvidaré esos nombres), de 4 y 2 años respectivamente, imposible de estar lejos del suelo y especialmente cuando hay barro, siempre con el moco esparcido por toda la cara y siempre con chirriantes gritos a cada minuto para pedir o decir algo. Pienso que si Jesús hubiera conocido a este par de engendros, no hubiera podido decir su tan famosa frase: “dejad que los niños vengan a mí”… no lo sé ¬_¬. Luego de haber conocido a ese par de “angelitos”, renuncié irremediablemente a mi instinto maternal (lo poco que tenía).

Durante el mes que pasé con ellos, una de mis crisis existenciales sobre niños, hijos, retoños, criters, engendros, llámenlos como quieran, llegué al punto de pensar que los hijos eran una venganza de Dios, sí, lo pensé, y que de acuerdo a qué tan malo habías sido con tus padres, tus hijos lo serían contigo. Te harán las mismas cosas que tú les hiciste a tus pobres padres y obviamente la pagarás con creses… (Dios, perdona mis huadas)

Yo no tengo hijos, precisamente por mi consabida alergia a los niños, creo que a través de los años, lejos de afianzar y crecer mi instinto maternal, lo he estado perdiendo. Creo que sería completamente anormal que una mujer como yo traiga a una personita a este mundo y ¿hacerme cargo de él?, hahaha ni siquiera me hago cargo de mí misma.

No tengo hijos para no tener que aguantar chillidos a media noche, para poder comer tranquila, para caminar libremente por las calles, para hacer lo que me da la gana con mi tiempo y dinero, para no estar subyugada a nada ni a nadie y no sería justo chantarme a hijos ajenos. Así que muy amablemente le pedí a la madre de esos engendros que los mantuviera alejados de mí, pero era un deseo imposible de lograr porque ni ella podía hacer nada para mantenerlos tranquilos o es que estaría tan cansada que sólo atinaba a decir: Hijitooooooooooos tranquilos sin siquiera voltear a ver lo que hacían. ¡Arrrrg!

Hasta que… ¿Carmen, vamos de paseo?... no, no gracias.
Vaaamos, te divertirás, además vas a descansar y aprovechamos para bañarnos en el río (en el pueblecito no había agua ni luz). Y dije que sí.

¿Podrías llevarle de la mano a Valeria?.... hm…. Bueeeeee….

Luego de escupirme en la pierna, de haber pegado su moco en mi brazo y haberme jalado el cabello, la cogí de la mano y comenzamos a avanzar… de pronto: una abeja caminando en el suelo… y… y… “Valeria, mira, una mariposita, anda agárrala”

Lo sé, lo sé, soy la mala de la película, la pérfida, la amargada, la solterona, la menopáusica, la envidiosa… y no recuerdo qué cosas más me dijo su madre… pero al meno logré que la mantuviera alejada de mí el resto del mes.

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